La democracia asocia dos palabras “participación” y “deliberación. En
nuestra provincia y en el país ambas expresiones parecen haber caído en desuso
entre quienes son responsables de garantizar su ejercicio, sostenido por los
respectivos textos constitucionales
La elección de los gerentes de los hospitales San Bernardo y Oñativia
es ejemplo de estas aseveraciones. Tanto los marcos legales elaborados como las
decisiones gubernamentales vienen a burlar las decisiones de ambas comunidades
hospitalarias, quienes mediante el voto, eligieron a sus respectivos gerentes.
Los resultados de las elecciones sólo sirven para la conformación de
una terna, de la cual el dedo del gobernador Urtubey elegirá a los gerentes
respectivos, y podrá pasar como en otras oportunidades que afinidades
familiares, amistosas o políticas burlen
las decisiones de las comunidades hospitalarias.
Este hecho no es aislado, sino se inscribe en un conjunto de prácticas
que evidencian la voluntad de la dirigencia política de renunciar a la deliberación
y la participación. El abuso que se hace de la mayoría en los órganos
representativos es una de las tantas expresiones del abandono de las formas
democráticas. Leyes vertebrales de la administración, como son las leyes de
presupuesto no se discuten, solo se acatan y se aprueban en sesiones
maratónicas. De igual modo, sucedió a nivel nacional con la llamada ley
antiterrorista, o con la ley por la cual el parlamento l se desprende de su
atribución para modificar los valores del mínimo no imponible y el impuesto a
las ganancias, cediéndola al Ejecutivo nacional.
Los nuevos estilos de asunción del poder son la expresión simbólica de
estos desplazamientos que paulatinamente abandonan y degradan las formas
democráticas y también republicanas. La
presidenta, gobernadores, incluido el nuestro, intendentes, incluido el
capitalino, han recurrido a sus familiares próximos o a sí mismos para entregar
o entregarse los símbolos de la soberanía popular y de su investidura.
El poder político consiste en un conjunto de individuos que fundan y
operan ciertas instituciones, que pregonan ideas y actúan en la esfera de lo
público; pero también se expresa en un sistema de símbolos y emblemas que hace
claramente visibles los principios que se sustentan.
Con estas acciones, nuestros gobernantes manifiestan la convicción que
el Estado es su patrimonio y que los principios de la república y la democracia
no dejan de ser letra muerta de las constituciones.
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